Por Javier Aguado
Los pilares de Europa. La Edad Media en el British Museum se puede ver aun hasta el 5 de febrero en CaixaForum Madrid (paseo del Prado, 36).
Gracias a un acuerdo entre las dos entidades que se extenderá a otras dos exposiciones próximas dedicadas a Grecia y a Egipto, recoge 260 objetos que explican más de mil años, desde el siglo V hasta el XV, durante los cuales se formaron las bases de lo que hoy conocemos como Europa.
La selección de obras que abarca un periodo entre los años 400 y 1500 explora los valores compartidos y el legado común del continente a través de gran parte de las obras del British y también 19 obras del Museo Arqueológico Nacional de Arte de Cataluña y del Frederic Mares . Precisamente de este último de Barcelona destacan para mi tres de las piezas más sobresalientes de la exposición, Virgen sentada con niño, de la segunda mitad del siglo XII una Piedad(1400-1500) y el Políptico de la vida de Santa Clara de hacia 1500.
El mundo caballeresco, el amor cortés, el nacimiento del orden feudal, la monarquía, la liturgia religiosa, la corte o la vida urbana dividen el espacio expositivo, concebido como una escenografía impactante en la que conviven las pequeñas piezas, como las puntas de flechas en las diferentes batallas con proyecciones ampliadas de frisos o de relieves para piezas.
Hay toda clase de armas y armaduras y predominan los pequeños objetos, desde baldosas, colgantes, cofres, estuches, joyas, etc., que permite recorrer este largo periodo de la historia de Europa. Como no podía ser de otra forma la guerra es uno de los asuntos recurrentes de esta exposición pudiéndose ver todo tipo de cascos, celadas y espadas, llamando también la atención la riqueza de detalles y las formas esculpidas en piedra.
Toda una lección de historia desde la decadencia del Imperio romano en el siglo V hasta la Reforma protestante del XVI ,acompañadas por una serie de actividades como conferencias, visitas comentadas, talleres, que enriquecerán esta muestra.
Catany, una exposición con huella
Destacar una exposición de fotografía en estos momentos en Madrid no es fácil ya que abundan a veces en exceso este tipo de muestras. El Canal Isabel II, en sus salas de la calle Santa Engracia 125 de Madrid, mostró una exposición que he tenido ocasión de ver este fin de semana, justo a tiempo antes de su cierre y que me ha dejado una sensación extraordinaria. Se trata de la muestra de Toni Catany, Cuando ir era volver, que recogía parte importante de su obra extensa pero también obras diferentes a lo más conocido. Son fotografías, sin caer en el tópico, puro arte.
Esas naturalezas muertas, esos desnudos y retratos, realizadas con métodos históricos que parecen pertenecer a un mundo fuera del tiempo. Una obra agrupada en temas tradicionales, de hechura clásica que alcanza su grado máximo de madurez, tras su fallecimiento hace ahora algo más de tres años.
La vida y la obra de Toni Catany se podría definir quizá como una incesante sucesión de idas y venidas, entre Llucmajor (Mallorca) y Barcelona, entre el Mediterráneo y el resto del mundo, entre el interior y el exterior, entre los proyectos y los recuerdos, entre los procesos fotográficos del pasado y las tecnologías actuales.
Como señalan los comisarios Alain D´Hooghe y Antoni Garau “todo acaba siendo cuestión de idas y venidas de entradas y salidas, de aquí y de allá, de una búsqueda apasionada por glorificar la belleza y la armonía, hacer emerger el arte de lo cotidiano”.
A través de sus fotografías Catany no ha hablado nunca de otra cosa que de sí mismo. He ahí la cohesión, la coherencia de estas miles de imágenes que han recorrido medio siglo. Estuviera donde estuviera Catany buscaba siempre las mismas cosas, sin renunciar jamás a sus impulsos, sus pasiones, sus obsesiones.
Infancia y juventud en Mallorca. Primeras fotos. Autodidacta. En 1966 se traslada a Barcelona y tras sus estudios en química se inclina por la fotografía como profesión. Al principio con reportajes (Egipto, Israel), junto al escritor Salvador Porcel para la revista Destino, Imagen y Sonido y La Vanguardia. Comienza sus experimentos con métodos del siglo XIX.
Desde Natures mortes, el primer balance de sus investigaciones hasta sus últimos trabajos y sus últimos libros, en esta casi retrospectiva están recogidas obras de cada uno de sus trabajos a lo largo de las tres plantas que forman parte de este espacio para el arte en que han convertido el antiguo depósito de agua del Canal Isabel II.
Sueño de dioses, el título de ese libro de fotografías lo ocupaba la planta de entrada con los trabajos más antiguos y esos desnudos tan especiales y tan característicos de Catany. La primera planta obras de sus publicaciones Miradas fortuitas, Barcas y peces, “me duelen los pies de recorrer siempre el mismo sueño” deja plasmado en un texto Catany, Materia oscura, Paredes maestras para pararse con detenimiento es estas fotografías que son con pura pintura.
En otro texto del autor se puede leer “La materia prima del arte es inagotable. Está en todas partes. Sin embargo, hay que tener los ojos bien abiertos y saber mirar”. Lo más característico de su trabajo, sus naturalezas muertas, sus bodegones… para pararse y contemplarlo con detenimiento.
Toni Catany, uno de los fotógrafos españoles más reconocidos a nivel internacional y lejos de esas modas a las que se retiró para re encontrarse mejor con ellas.
El 10 de febrero se inaugura expo nueva en esa misma sala, del fotógrafo Javier Campano,