Os escribo esta carta con la misma ilusión que cuando era niña. A pesar de que ya he cumplido casi los 50 hay sensaciones que no quiero perder por nada del mundo.
La alegría con la que redactaba la carta para vosotros cuando era pequeña sigue intacta y la magia de saber que algo de lo que pediría iba a aparecer al lado de mi zapato en esa noche me impedía conciliar el sueño y que aparecieran en mi estómago las mismas mariposas que cuando se está enamorada.
Tuve con vosotros una pequeña desilusión alrededor de los nueve años cuando me enteré que no veníais de tan lejos y que en ocasiones no erais tan magos. La vuelta al colegio después de las Navidades me hizo darme de bruces con la realidad en boca de una compañera de colegio.
Pero lo superé y con los años me he vuelto más soñadora y creo aún más en los milagros de la vida. Por eso os quiero pedir mucha constancia para conseguir aquello que me hace mucha ilusión y que está relacionado con la escritura pues en ocasiones la pereza envuelve mi inspiración y deja en blanco las páginas de mi cuaderno.
No os olvidéis dejar también un gran saco de optimismo para todas las personas que me rodean y algo para mí.
Sé que las contrariedades diarias son algo que va con la vida pero llevarlas con alegría es algo que quiero seguir ejercitando.
Tal vez una barra de labios roja y un perfume sean un buen aliado y ayuden a plantar cara a la vida con una gran sonrisa. No quiero nada más pues me parece muchísimo.
Creo que mi carta os pillará de camino en vuestro largo viaje.
Espero que a pesar de todo tengáis un ratito para leerla y poder dejar al lado de mi zapato algo de lo que os he pedido.
Buen viaje de regreso a Oriente. Al lado del árbol hay un regalo para que entreguéis a mi heredero a vuestro paso por Dubai.
Por Asún Moreno Fidalgo
