Escrito por Àsun Moreno Fidalgo
Me levanto pronto con la idea de ponerme a rellenar este folio en blanco . Pero hoy Las Moíras, esas divinidades del destino, se han antojado caprichosas y cuando yo pensaba que tenía un montón de ideas para escribir sobre el día del padre, me sacude la realidad de la sequía en este papel.
-«Sí, ya tengo pensado algo para el próximo 19 de Marzo. He seleccionado algunas lecturas y algunos libros»-, comenté a Babú Magazine.
Me pongo a escribir y nada de nada. Los libros que había escogido para hablar sobre esa figura siguen cerrados a mi lado ya desde hace algunos días.
Lo vuelvo a intentar. Me siento delante del ordenador para escribir sobre ello y me sale un articulo para el día de la mujer trabajadora. -«¡ Mal camino llevas!»- pensé.
Hoy, ya me he puesto seria, y he suplicado a Calíope (la musa de la poesía) que por favor no me abandone, que esté a mi lado durante este trayecto y ausencia de inspiración que en ocasiones nubla la tarea de escribir, haciendo que este ejercicio se convierta en algo muy arduo y solitario. Parece que se apiada de mi y se pone manos a la obra.
Sigo tecleando. Poco a poco voy dando pasos al frente. Miro a mi alrededor sin querer distraerme con nada ni con nadie y busco ayuda como la niña que busca la mano del padre cuando se ha caído para ayudarle a levantarse.
Vienen a mi cabeza escenas de la infancia. Y sin querer recuerdo la mía. Vuelvo atrás en el tiempo y aparecen en mi cabeza flashes, momentos con él: cuando me subía a hombros, por las escaleras porque el ascensor estaba estropeado, cuando me ayudaba con los deberes, cuando charlábamos en ausencia de mi madre; a mi me parecía grandísimo, recuerdo el contenido de la conversación, vagamente, el tono cálido y amable aún lo conservo. Puedo sentirlo sin apenas esfuerzo.
Tenía mucha preocupación por la educación de sus dos hijas en un ambiente donde las libertades empezaban a asomar y ese miedo llenaba de advertencias nuestras salidas.
Nos dejo hace ya mucho tiempo. No nos abandonó. Se fue a vivir a otro lugar donde el reposo es gratificador para él que lucha por sobrevivir dejándonos un presente cargado de sentimientos de difícil encaje.
Dicen que la figura de un padre para una hija tiene mucho peso en su forma de ser, en sus decisiones, en su ideal de pareja. Que, en ocasiones, las personalidades se solapan, pareciéndose. Creo que algo de razón puede haber.
He ido conociéndole mucho más a medida que han ido pasando los años con los testimonios de las personas que le han conocido, sobre todo de sus hermanas, mis tías. Ellas conocen como nadie como fue de niño y a mi me encanta oírlas porque me encanta recordarle.
Echo un ojo a la izquierda de mi mesa donde escribo y observo la portada del libro que había elegido para hacer una oda al padre.
“El amor te hará inmortal” Música, memoria y vida de Ramón Gener.
En él, el autor habla de los sentimientos de culpa, de alivio, de pena hacia su padre. De la soledad que sintió al perderlo en dos ocasiones. La primera, el día que dejó de recordarle y la otra en la que falleció. Abrumado por los hechos, recurrió a otros testimonios de personas que habían pasado por lo mismo.
De la mano de las Diosas griegas y de la música: Ravel , Verdi, Joaquín Rodrigo emprendió un viaje de regreso para recordarle y así evitar, en palabras del escritor, muriese por tercera vez.
Un libro lleno de anécdotas personales. Donde el escritor y director del programa de televisión, “This is Opera” se desnuda cubriéndose solo con su música preferida y la mitología griega para así compartir con los lectores su pasado mas íntimo.
Lo mismo he querido hacer yo. Recordar y compartir mi niñez acompañada de mi padre y volver a ser hija solamente .
Afortunadamente de nuevo las antiguas divinidades inspiradoras han hecho su trabajo.
¿Y vosotros/as como le recordáis?
