María Eugenia Alberti, encantadoramente única

María Eugenia Alberti está en mi vida desde su etapa como editora de la revista Dunia, que leía a hurtadillas y que para los ojos de una adolescente de provincias como era yo.

Aquellos reportajes independientes, sus palabras sabias y valientes, a contracorriente de la marea común, ya no me abandonaron nunca y la considero una de mis maestras. Estamos hablando de los años ochenta y ahora, en sus editoriales, puedo detectar que no ha cambiado nada, incluso creo que es más iconoclasta y audaz.

María Eugenia es asturiana y con ascendencia italiana; hija de un ilustre juez y periodista. Su madre, amante de la cocina, la lectura, la decoración y el jardín le enseñó el arte de vivir. Formada en la cultura francesa, observa la actualidad desde esa perspectiva cosmopolita, de persona muy leída, muy del siglo de Las Luces, lo que le hace ser crítica, honesta, tenaz, exigente, lúcida y encantadoramente única.

 

Maria Eugenia Alberti

Tras su etapa en Dunia y, más tarde, como directora de Vogue, Alberti es la editora de una revista diferente, Joyce, que desaparecida la matriz francesa, esta joya de publicación española, navega por las aguas turbulentas de la edición completamente sola y ya ha cumplido 27 años en el mercado; mes a mes deleita a un público femenino y masculino, en un ejercicio de estilo, que busca un rigor, que huye de los cotilleos fáciles, donde el arte, el estilo de vida, la cultura, las entrevistas, la calidad de las fotografías y el nivel de colaboradores son su marca de fábrica.

Sus editoriales son tan diferentes, tan auténticos que merecen varias lecturas y sobre todo coleccionarlos. Tiene guardado un libro que publicará cuando deje de ser editora y se basa en las recomendaciones que daría a otros editores…

Lo que sí ha publicado es un libro homenaje al modisto fallecido y gran amigo suyo Jesús del Pozo, que recoge los testimonios de todas las personas que han trabajado, colaborado, conocido o frecuentado al artista, al que considera el eslabón entre Balenciaga y Pertegaz y la alta costura post- moderna.

Cómo no la vamos a querer cuando comenta con aplastante sinceridad que el concepto del lujo está mal aplicado, que el lujo auténtico es producto de la artesanía, de la dedicación, de las escuelas de Artes y Oficios que hay en Francia y que dan de comer a mucha gente. Que la enfermedad no la padece el lujo, sino la ostentación, el exhibicionismo de árbol de Navidad.

Maria Eugenia Alberti
María Eugenia Alberti en una ilustración de  Dani Wilde

Para María Eugenia Alberti el lujo está en objetos que pueden resultar inaccesibles pero admirables, como un cuadro del Museo del Prado. Hay un lujo que está al alcance de todos, el de la paz, la naturaleza, la lectura, la lealtad.

El lujo para María Eugenia es que los sueños no se mueran nunca, y entiende la belleza como una cuestión de actitud, despreocupación y viene de dentro. Es saber vivir cada etapa de nuestra vida con lucidez y valentía. No hay nada deshonroso en cuidarse y querer tener buena apariencia, porque la apariencia es el lenguaje más directo incluso mucho antes que la palabra.

Suerte tengo de tenerla cerca. Su casa, La Quinta, cerca de Oviedo, es su solaz, y pensar en este lugar le ayuda a soportar los rigores y no sólo climáticos de la capital.

En este sitio es feliz y así lo escribe en un editorial: “ en La Quinta es posible caer en la saludable tentación de la ausencia, ausente de las propias emociones molestas, del insomnio que de un rato hace un reto, de la torre de marfil de mis tormentos, del poder agridulce del dinero en mi conciencia, de la esclavitud asalariada, de la odisea universal y virtual…”

Ya me gustaría que mi hija encontrase una maestra así, una grande en inteligencia y bondad. Una María Eugenia Alberti. Gracias maestra.

Escrito por Flor Lloriana

Maria Eugenai Alberti
Flor Lloriana

 

2 Comentarios
  1. Gracias por descubrirme un gran Ser y un gran personaje.
    Flor buena pluma, tu hija es un ser divino, perfecta y santa, y tiene una grande ,bondadosa e inteligente maestra en su casa.

  2. Tuve la suerte de tener a Maria Eugenia Alberti de profesora, allá por los mediados de los 70. Sus clases eran un soplo de libertad, de abrirte los ojos al mundo. Era muy joven y tenía un estilo en su forma de ser, de estar, de vestir, … novedoso para la época. Aún estábamos en la época de Franco y ella nos trasladaba a Francia, al Louvre, a Montmartre, pero también nos instaba a conocer todo lo bello que había en Madrid, sus museos, sus salas de arte, sus agencias de publicidad. Recuerdo que nos llevó un dia a una agencia, creo que era Leo Burnett, para realizar una cata de unos chocolates con frutas, Cadbury, entonces apenas conocidos en nuestro pais. En fin, una bella mujer, libre, inteligente, moderna, que no ha necesitado jamás del impulso del feminismo radical que nos invade ahora para destacar allí donde estuviese.

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