‘amor50’

¿El sexo te provoca insomnio?

El sexo provoca insomnio

Cae la noche y el sueño nos castiga. El cansancio nubla el deseo de querernos aún más. Te recoges en una  esquina de la cama y  te acompaño enganchándome a tu cuerpo. Te acaricio mientras duermes pero el sueño y la fatiga han cancelado el verbo.

Me gusta tocar tus manos. A oscuras las imagino, mientras  las rodeo con mis dedos.

Nos  buscamos pero no nos encontramos. Seguimos en el intento pero apenas quedan fuerzas para más de una docena de caricias.

De nuevo hemos llegado al lecho cubiertos de preocupaciones. No quedan ganas para la carne.

Los días y los años pasan. Esos cuerpos que un día fueron más jóvenes se han vuelto flácidos y expertos. Ya no son las mismas fuerzas de los 30 tampoco de los 40.

No hay enfermedad que impida que el verbo se haga carne, solo la monotonía.

Las décadas pasan y dejan sus características dando paso a  un amor más sosegado,

Aún existe deseo, atracción, excitación.

Pasan los meses. Los encuentros se espacian y se echan de menos.

No buscamos excusas, pero nuestras cabezas parecen una jaula de grillos que no para de sonar y no oímos nuestros corazones. Los encuentros son esporádicos pero no las ganas de ellos. Nos desvela ejecutar el verbo. Ya son más de las doce.

Buscamos una posición para iniciar el descanso y es en ese momento cuando el deseo se despierta encajándote a mi posición fetal.

Sentimos como las piernas se enredan. Tus manos buscan mis senos. Es mas de medianoche y temo desvelarme. Cuando tus manos los acarician, Morfeo me atrapa. Tú lo sabes. No hay tiempo para echarse atrás. Los gestos de deseo han cambiado nuestros  ritmos cardiacos y tu silueta.

El deseo ha cedido a la noche.

Intentamos un encuentro fugaz y amable. La pasión aparece haciendo girar mi cuerpo para encontrarnos frente a frente. Apenas nos despojamos de nuestras ropas. Las manos que al comienzo de la noche acariciaba tratan de buscar deseo entre prendas de diario carentes de libido. Pero no importa, aunque debería.

El encuentro nos ha sorprendido  y no es tiempo de adornos extras. Todo es rápido porque hasta el stress aparece en este verbo. Es injusta la rutina porque aún te deseo.Todo va pasando muy rápido y no es justo. Poco a poco me  recupero.

Enciendo la luz para coger el libro que estoy leyendo “La carne” de Rosa Montero para intentar conciliar el sueño. Una novela con un titulo escaso. En el que la protagonista, Soledad, celebra su 60 cumpleaños yendo a la Opera acompañada de un gigoló con la única intención de dar celos a su ex amante.

La novela me va enganchando. Apenas he leído unos capítulos y me doy cuenta de que estoy ante la trama perfecta para  hablar del cuerpo que envejece, del sexo, del paso del tiempo, de la carne que nos encierra, que nos aprisiona, pero que nos llena de vida.

De proyectos nuevos y de la necesidad de llevarlos a cabo. De aligerar la mochila que hemos ido llenando de piedras a lo largo de nuestra vida. De vivir de manera plena el presente pues es lo único que tenemos. De tomar conciencia de que nunca seremos tan jóvenes como hoy.

Van pasando las horas y ya casi he leído medio libro. Y trato de ponerme en el lugar de la protagonista elaborando mis  propios deseos no satisfechos.

El ejercicio del sexo después de los 50 me provoca insomnio. Mi pareja en cambio ronca sin descanso. Apago la luz. Son ya mas de las 4 de la mañana.

Una frase del poeta chileno, Raúl Zurita me llena de tranquilidad y me quedo dormida: “Ni pena por lo vivido ni miedo por lo queda por vivir¨. La escritora decidió tatuársela en la nuca.

Creo que resume a la perfección el sentimiento con el que debemos vivir la vida y aún más cuando llegamos a esta etapa Baby boomer.

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Asun Moreno Fidalgo
escrito por Ásun Moreno Fidalgo del blog My lady cumple 50
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