Comernos el mundo de nuevo

Queridos Babús:

Hoy quería compartir con vosotros una anécdota que me sucedió hace unos días. A raíz de mi reciente onomástica muchas fueron las personas que me felicitaron. Gente del barrio donde vivo, amigas de toda la vida, familia, y lo más novedoso fue todas las felicitaciones que desde Instagram me llegaron en un día tan importante. A todas, Gracias una vez más.

Hay muchas anécdotas alrededor de ese día muy bonitas pero una en especial quiero compartir con vosotros porque me tocó especialmente la fibra.

Una de las personas que me felicitó sabía de mi cumpleaños pero desconocía  la cifra que cumplía y al comunicárselo me llenó de piropos haciéndome sentir incómoda, la verdad. Se los agradecí infinidad de veces pero llegó un momento en el que para romper un poco la espiral de halagos en la que mi vecina había entrado y lo incómoda que me estaba haciendo sentir le hice el siguiente comentario: “Pero he perdido mucha vista por culpa de la edad, a pesar de que me veas estupenda, le comenté ”

Y de repente, entre la cantidad de frases amables se coló ésta: “Ay Asun. El tiempo no pasa en balde y poco a poco va dejando su huella. Ya verás cuando llegues a mi edad, ella tiene 80, todo lo que habrás dejado en el camino aunque yo ya no estaré aquí para verlo”.

El tono y las palabras con las que dimos por concluida la conversación dejó en mi un cierto poso de nostalgia ante la nueva etapa que dejaba. Pero lejos de bajarme el ánimo, cosa que no iba a permitir pues soy una «mujer Babú» y eso implica una personalidad y un carácter no puedo negar que esas palabras me dejaron cierto poso de tristeza ante la nueva que empezaba.

Y aunque es verdad que el paso del tiempo deja sus huellas en nuestro físico y en nuestro cerebro, todavía tenemos muchas cosas que aprender y que mostrar.

Algunas personas con esta edad e incluso más mayores encuentran, cuando van cumpliendo años la razón de su existencia, se atreven a emprender, a soñar. Se arriesgan con la prudencia que da la edad y la experiencia que concede la vida.

Conocen su cuerpo, saben de sus límites y se arriesgan a vivir emociones a sabiendas de que ya no son unos niños.

Estas palabras no tienen más sentido y significado que el que nosotros le queramos dar pues no dejan de ser frases hechas que dependiendo de la situación cobran un sentido diferente.

Pero quiero darles la vuelta y voy a intercambiar el orden de la frase: “Puesto que los años no pasan en balde y aún nos quedan fuerzas seamos capaces de imaginar cómo queremos que sea nuestra próxima década”. ¿A qué suena mejor?

Tal vez así, teniendo retos e ilusiones nuestra existencia adquiera un nuevo sentido y cuando lleguemos a cumplir 80 primaveras y nos topemos en la calle con una jovenzuela que acaba de entrar en la década de los 50 no la felicitemos con un poso de melancolía sino que seamos capaces de transmitirle la dicha que nosotros teníamos a su edad porque sentíamos la necesidad y poseíamos las energías para comernos el mundo de nuevo.

Escrito por Asun Moreno Fidalgo. Puedes seguirla en su blog: My lady cumple 50

Asun Moreno Fidalgo

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