Pantalón campana, encantada de volver a verte

El pantalón campana se fue hace unos años, dando paso a los pitillo. Las que, como yo, no nos los quitábamos, las que jurábamos solemnemente sobre nuestra columna de Vogues acumuladas que nunca nunca nos pondríamos un pantalón estrecho, estamos encantadas de volverlo a tener con nosotras.

Nunca digas nunca, y menos en cuestión de moda, que siendo un uso pasajero, ahora es además «low cost» y, pasar de un pantalón a otro, es como cruzar la calle a toda prisa.

Las que vivimos el pantalón campana, seguimos siendo sus fans aunque hayamos caído rendidas al pitillo, al «cropped» y al «palazzo»; sino me creéis, mirad nuestro Instagram.

Se nos ocurrió lanzar la pregunta «pantalón campana ¿si ó no» y miles de dedos se alzaron, gritando vivas, y bravos en forma de: «nunca me sentí más guapa», «son los que más favorecen», «los guardo como oro en paño», «nunca dejé de usarlos» … un sin parar de hurras que, personalmente a mí, me hicieron mucha ilusión.

Las mujeres «Babú» adoramos el pantalón campana, que en inglés se llama «flare»; daros una vuelta por los buscadores de la web de Zara, Mango, Uterqüe, Sfera … el pantalón flare empieza a inundarlo todo.

Reconozco que mis pantalón campana, cuando salía a bailar, eran jeans más bien rígidos; me empeñaba en buscar «Lois», que a fuerza de tacón, me hacían sentir dos veces más alta, estilizada y con ganas de que no se acabara la noche; hablo de los 90´s; en los 70’s yo no podía llevar el suficiente tacón (por mi edad) para que aquello resultara algo estiloso, los odiaba.

Ese odio se transformo en amor veinte años después cuando iba a trabajar con mi pantalón campana negro, mi «pie coat» y mis miles de ganas; no hablo con nostalgia sino con la sensación de haberme sentido poderosa y guapísima.

Con el pitillo siempre tuve una sensación sport, llegaron las deportivas por prescripción médica y, a veces no era lo que más favorecía a mis piernas, que han tenido sus épocas.

Aún así, en mi armario no queda ni un solo pantalón campana; fueron desapareciendo entre mudanzas y cambios de temporada en los que te preguntas: «esto del pantalón campana ¿será capaz de volver con tanta fuerza?».

Sabiendo que la moda es cíclica, que todo vuelve pero nunca igual, en pleno cambio de armario y a punto de una mudanza, creo que toca revisar bien los pitillos y recibir al pantalón campana con un «encantada de volver a verte, ven que te busco percha».

Delia Rubio

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