“Había dos pritzkers portugueses y solo uno español. De un plumazo tenemos cuatro»
Carme Pigem
La arquitectura española está de enhorabuena, el premio más prestigioso del mundo de la arquitectura ha sido otorgado al estudio RCR Arquitectes.
Este estudio español que trabaja desde la localidad gerudense de Olot, se fundó en 1987 por un grupo de tres jóvenes arquitectos recién titulados. Carmen Pigem, Rafael Aranda y Ramon Villalta. Una estructura de tres patas, que les ha aportado el equilibrio para haber conseguido el éxito.
Resulta alucinante entender esta arquitectura de sastrería a medida. Que actúan desde el arraigo local con un ambición universal, en el contexto de un pueblo de 34.000 habitantes, rodeados e influídos de la exuberancia volcánica de La Garocha. Su humedad, su vegetación, su hidrografía y la herencia industrial enclavada entre huertas puede intuirse en todas sus obras.
Quizás es esta relación con lo local, lo que les permite hacer una arquitectura marcada por su relación con el paisaje y el entorno. Generando unas atmósferas de líneas rectas telúricas que parecen emanar de la propia geología del lugar. Sus formaciones de acero, vidrio, hormigón visto o piedra natural se integran en el entorno como si a la propia orogénesis del lugar perteneciesen.
«Llegamos en pleno auge de la democracia, con una arquitectura que rebosaba alegría y expansión. Nosotros propusimos una mirada hacia el paisaje, una búsqueda de lo primigenio, de lo esencial» RCR
Su obra es de factura artesanal y corte puro. Un modo de entender la arquitectura como una forma de arte que incide en la vida cotidiana sin renuncian a la ambición estética. Generando una arquitectura que contribuye al confort espacial y bien estar espiritual que hace que los sentimientos de las personas se sientan bien al vivirlos.
Son un ejemplo de la arquitectura procesual. En la que es tan importante el proceso como el fin. Es en este proceso donde los artistas dejan volar la intuición en pinceladas de pigmentos acuosos para atrapar la esencia de lo que ronda en su cabeza. El resultado, unas aguadas que terminan transformándose en forma, en materia.
«La acuarela no se plantea como una actividad artística: es un pensamiento, una intuición, la primera mancha sobre el papel. El agua y el pincel son una manera muy fresca de expresarse, sin condicionantes. Hasta un lápiz condiciona: el grueso de la mina, si es duro o blando… A veces incluso dibujamos con la mano, sin pincel…» Rafael Aranda
Sus obras más emblemáticas son el Estadio de Atletismo Tussols-Basil, Casa Horizonte, Restaurante Les Cols, Bodegas de la finca Bell-lloc, Crematorio Hofheide, Museo Soulages, Centro de arte y diseño La Cuisine. En todas ellas se transmite una extraordinaria sensibilidad por el paisaje.
Con este premio se apuesta por el reconocimiento de un modo de hacer casi artesano. Las raíces del lugar dejadas llevar por las alas de la imaginación del arquitecto.
¡Enhorabuena!