Por Javier Aguado
Normalmente en este espacio vengo haciendo referencia a grandes exposiciones, ávidas de ese numeroso público por ver a artistas universales. Hoy quiero hacer una excepción deteniéndome en una exposición muy original que reúne una retrospectiva de un gran pintor, quizá no excesivamente conocido para el gran público, a pesar de llevar todo su vida peleándose con sus cuadros y en esta ocasión, y de forma muy singular, su obra la ha reunido en dos espacios contiguos, su propio estudio y lugar de trabajo, The Art Room (Doménico Scarlatti,5) y Emotion ArtGallery, una galería que busca nuevas sensaciones.
Tras una larga trayectoria Miguel de María reúne ahora su forma de trabajar y de interactuar con el lienzo, buscando una expresiva síntesis con la escultura, la artesanía, el dibujo y la pintura . En su trabajo huye de convencionalismos, cultivando en el lienzo o en la tabla la técnica del assemblage, estableciendo relaciones entre los distintos materiales y objetos que lo conforman, como sacos de tela y prendas de ropa, pero el verdadero énfasis de cada pieza radica en las distintas texturas de los elementos que utiliza ,arpillera, telas, maderas y materiales de derribo que han sido desechados y que incorpora a sus obras.
Desde esta primera etapa de exitosos collages De María ha ido evolucionando hacia un tipo de obra menos escultural y menos explícita, con menos materiales en sus cuadros, hacia una pintura más colorista y de mensaje, sin perder nunca la figuración, buscando nuevas texturas que le sirven de fondo para sustentar expresiones más rotundas y abstractas y rompe cuando encuentra en la geometría y en los juegos de colores dentro de un formato muy singular de crear en un mundo de texturas y pliegues que salen del plano del lienzo.
Todas las etapas de este artista las reconocemos a lo largo del recorrido expositivo, desde los collages de su primera época hasta esa línea de corte geométrico que forma parte de su última producción, en la que, sin embargo, sigue pulsando esas diferentes texturas que le fascinan a Di María en “una agresividad de los objetos que salen del lienzo”.
Obras desde 1994 hasta el actual 2017, que denotan el buen trabajo de este artista que de forma autodidacta ha estado durante todo su vida entusiasmándose con su pintura, a pesar de su larga trayectoria en el ámbito publicitario en que también sobresalió por su creatividad que compaginaba entre sus campañas y sus lienzos.
Porque detrás de cada cuadro hay una persona que lo que siente lo plasma en el lienzo, desde la austeridad del minimalismo con el resurgimiento de una pintura figurativa que reivindica el poder evocador del pincel peleándose con todo tipo de materiales. Y así durante una vida, quitándole horas al sueño, para ir en busca de nuevos territorios y nuevas experiencias artísticas y como él mismo dice “cuando un concepto funciona lo importantes mantenerlo y traerlo a nuestros días. Innovar en el lenguaje, en la presentación, en la estética… pero respetando la esencia del mensaje, sin perder las formas”.
….sin perder las formas; compruébenlo y piérdanse un ratito por Domenico Scarlatti, 5 en Madrid. No se arrepentirán.