Tengo más de 50, soy babú y babyboomer; tengo una madre a la que le enfadaría mucho que os dijera su edad, que es mucha pero buena; a la que la coquetería y una disciplina envidiable la salva día a día. Yo no solo amo a mi madre, sino que también la admiro mucho.
Cada vez que me da pereza desmaquillarme, me la imagino a ella; que no se salta una noche y me digo: «no tienes perdón»; cuando me quejo de que la piel de mi cuerpo está tirante, la recuerdo a ella cada mañana después de la ducha poniéndose la crema, lenta pero segura… pintándose los labios como puede, cuidándose las manos y oliendo siempre de maravilla.
Regalar a mi madre es fácil porque la conozco bien, soy su consejera de belleza; es sencillo porque ella confía en mí y, es agradecido, porque deja los botes de crema vacíos, igual que cuando no dejas nada en el plato; y os aseguro que no es por educación, sino por puro placer de cuidar su rostro y su cuerpo.
Aunque pueda parecerlo, no exagero nada; los que la conocen saben que mi madre es tal cual; y, lo mejor de todo, es que lo hace de forma natural, sin caer en la obsesión; bueno, con el pelo está un poco obsesionada; los peluqueros, y lo que cuesta encontrar uno bueno que te entienda es su tema favorito de conversación.
Si yo le regalara a mi madre belleza, elegiría una de estas diez sugerencias; ¿por qué? porque funcionan, harán que esté todavía más guapa y cuestan menos de 50 €; hay una que podremos compartir las dos mientras hablamos de peluqueros imposibles.
¡Feliz Día mamá¡
Delia Rubio