
Un perfume puede evocarnos todo un universo personal. A cada cual el suyo; nuestra memoria en sus miles de cajoncitos guarda momentos escondidos que un día, seguramente por casualidad abrimos; una de estas casualidades puede ocurrir cuando probamos un perfume.
Escrito por Àsun Moreno Fidalgo.
Once de la mañana de un día cualquiera del mayo.
El mes de las flores y de la Virgen María.
Restando horas lectivas y durante un pequeño instante las monjas nos permitían que nos ocupáramos y nos preocupáramos de que el templo a “Nuestra Madre”, con mayúscula, tuviera siempre ofrendas frescas.
Era el único momento en el que íbamos sin permiso al baño para llenar los jarrones de agua nueva.
Cada una de nosotras, pues todas éramos mujeres, nos las apañábamos para poder colaborar. Era un momento creativo.
La clase se llenaba de olores de diferentes intensidades dependiendo de lo que cada una pudiera aportar. Hay quien traía calas de sus huertas, otras claveles y las más pudientes y generosas traían alguna que otra rosas.
Una compañera búlgara nos hablaba de las rosas de su país y de su delicadeza.
Todo lo completábamos con ramas de verdes diferentes para que La “Imagen” tuviera más apariencia, resaltando así su belleza.
Colocada la ofrenda, la clase se inundaba de un olor fresco, como a polvos de talco.
Era el momento de salir al jardín.
Un lugar pequeño paralelo a la cuesta por la que subían los coches.
Con un sendero húmedo donde la mezcla de tierra y piedras hacía que en mas de una ocasión tropezásemos, acabando nuestras piernas llenas de heridas y con una bronca considerable por parte de las monjas a las que correr les parecían un gesto no apropiado para una señorita.
Los laterales del camino se ensombrecían por la cantidad de maleza, arbustos y árboles de talle medio.
Siempre parábamos en el mismo sitio. Un pequeño estanque, pero que muy pequeño donde almorzábamos.
El agua caía desde una diminuta cascada que a mí entonces me parecía enorme. Charlábamos y compartíamos secretos que hoy me parecen ridículos de confesar.
Los chicos, las notas, las monjas, los deberes, los atuendos, los peinados , los planes. Todo cabía durante ese instante y sólo en ese lugar.
La hora del recreo y en especial durante la estación de la primavera era sin duda mis semanas preferidas.
La sombra de aquellos árboles cubrían y custodiaban nuestra preadolescencia. Si conseguías mayor sombra te sentías más protegida. La imaginación se disparaba, era época de sueños y deseos para el futuro.
Nos sentábamos en unos bancos de piedra y ellos nos guardaban nuestros grandes secretos siendo testigos de cómo nuestro uniforme con el paso del tiempo nos iban quedando corto.
¡Crecimos muy rápido!
Hoy, cuando he abierto este perfume de Diptyque “L´Ombre dans l’Eau” he vuelto a recordar mi época en un colegio religioso femenino, donde se estudiaba francés como lengua extranjera.

He visto la sombra de mi cara en el agua del estanque cuando era niña.
Con una melena larga que mi madre me peinaba todas las mañanas para quitarme los nudos que un hada hacia durante la noche.
Recuerdos a rosa, bergamota, grosella negra y almizcle.
A un baño que invita a relajarse rodeada de velas suspendiendo en el aire una aroma a pétalos frescos.
A sábanas blancas de algodón recién planchadas.
A camisones con puntillas, vainicas y entredoses que tapan sin dar calor.
A piel hidratada oliendo a talco.
A perlas blancas y crisoprasas encargadas de custodiar el olor de una fragancia.
Cuando cada día antes de salir de casa me perfumo vuelvo a recordar aquellos años de niña que abandona poco a poco la niñez.
¿No es parece maravilloso todo lo que despierta un aroma, una esencia?
Un ritual siempre único que invita a rememorar situaciones, momentos.
Todas las épocas y el devenir de los acontecimientos se van sellando y asociando en nuestra memoria a un olor característico. Para mí, esta casa francesa de perfumes, Diptyque, guarda los de mi infancia y en especial en primavera.
¿Y a vosotros/as que recuerdos, que sentimientos os evoca un perfume?
¿Cuál es vuestro perfume preferido?
Os aseguro que este gesto ha sido una gran experiencia que merecía ser compartida.