‘amor50’

Mujer, ¿y ahora qué? ¿y si nos reinventamos?

Escrito por Asun Moreno Fidalgo

“Son las ocho menos cuarto y me tengo que levantar” cantaba Martirio hace ya más de dos décadas. Hace poco tiempo la vi por televisión y me pareció que volvía  al pasado de una manera fugaz y algo melancólica.

Pasado que me ha gustado recordar en el que yo también me levantaba a esa hora para ir a llevar a los niños al colegio y ejercía de  madre y esposa al cien por cien.

Hoy mis circunstancias son otras y me he tenido que reinventar. Mis niños ya no van  al cole, no tenemos extraescolares. Pero mi marido sigue haciendo las 40 horas semanales hacia el miércoles. Conclusión: he tenido que construir un nuevo espacio antes de acabar medicada llorando de soledad por la casa.

Durante la entrevista, la cantante hablaba de la importancia de que la mujer sea independiente en el terreno económico. Hecho éste muy escuchado en mi época:

_Hija, ¡estudia para no depender de nadie!

Hoy  ninguna mujer se plantea no trabajar. Entre otras cosas por pura necesidad. La  crisis  golpeó de tal manera que hoy en día, nos vemos obligadas a ello para poder mantener nuestro nivel de vida.

Es verdad que no todas las mujeres pueden salir a  ganarse esa independencia o tal vez no lo deseen. Pero algo que no deberíamos dejar de tener es ilusión por crear, por tener aficiones aunque tengamos que desarrollarlas en un cuarto pequeño dentro de nuestro hogar, como decía Martirio en la entrevista.

Me pareció, la propuesta una terapia importantísima y a la vez muy gratificante.

Hoy en día con las redes sociales todo ha dado un giro  brutal. Mujeres de la ciudad y del campo tienen acceso a todo o a casi todo.

Pintar, restaurar, escribir, coser, maquillar, fotografiar, leer, aprender idiomas……..y un montón de actividades llenan tiempo, lo embellecen y en muchas ocasiones acaban convirtiéndose en un trabajo y una forma de ganarse un sueldo.

La aparición de internet ha hecho que todas estas propuestas tengan una proyección mas amplia y no se queden en esas cuatro paredes de las que hablamos.

Podemos compartirlas, desarrollarlas, mejorarlas, comunicarlas para que adquieran un tono más amplio.

Y para que en definitiva conozcamos otras realidades, otros mundos, otras amistades que nos hacen ampliar nuestro campo de mira.

Es importante trabajar, es más, necesitamos trabajar. Pero no solo por un tema económico que no voy a dejar de lado. Si no también para relacionarnos, conversar. En definitiva conocer otras experiencias para de éste modo entender la nuestra. Somos, los seres humanos personas sociables y lo necesitamos. Es vital para no ahogarnos.

En la época de nuestras madres, personas que tienen ahora una media de 75 años más o menos, la realidad que les ocupaba era la de madre y esposa solo y de forma exclusiva. Fueron tiempos extraños, donde no se podía elegirDonde la educación de la mujer estaba relegada para un único  escenario: su hogar. Éste era su lugar de acción y que no se les ocurriera asomar la patita fuera de él.

Tenía, el escenario, que estar  limpio, reluciente y lleno de las mejores viandas para la prole. La artista principal de esta obra, poca capacidad de decisión tenía en esa función que no fuera la compra de objetos y de productos para su mantenimiento y decoración. No sin antes pasar por el tamiz del jefe de producción que era su esposo.

¡Ni se le ocurría a la madre de familia, salir con su obra y su troupe a otros lugares que no fuera el pueblo de donde salieron para labrarse una vida mejor! Allí había que llevar lo mejor de los atrezos para que vieran que todo iba bien y la familia  prosperaba. ¡Pura imagen!

Hoy ya pocas mujeres viven encerradas, como lo hacían nuestras madres. Quieren decidir cual es su forma de vida, aunque se equivoquen y tengan que aguantar frases como “Si te hubieses quedado en casa….” o “Tus hijos necesitan una madre como Dios manda”…

Recordemos el 8 de marzo como una fecha abogando por la posibilidad de decidir de la mujer sobre la vida que quiere tener. Es cierto que en ocasiones, el devenir de los hechos imponen sus reglas y sus destinos pero no nos busquemos excusas, la capacidad de imaginar y ejecutar nuestro día a día es un derecho de todo ser humano  aunque para ello tengamos que detenernos y escucharnos.

Aspecto éste, el de escucharnos, duro pero tan gratificante que no deberíamos  dejar pasar esta oportunidad.

Aprovechemos ese cuarto en desuso que han dejado los hijos que han tenido que ir a trabajar fuera y empecemos a pintar de sueños esas paredes con la misma ilusión que las decoramos cuando estábamos esperando nuestro primer hijo y celebremos allí el día de la mujer trabajadora.

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