‘amor50’

Los abuelos son un chollo

Nos gusta este texto de Asun Moreno sobre el lugar que ocupan los abuelos en nuestra sociedad. Menos mal que los tenemos, pero somos realmente consciente de ello?

Siempre te da miedo dar una negativa a un hijo o no estar siempre dispuesta.

Me quedo traspuesta en el sofá después de comer para relajarme durante un rato. Apenas cierro los ojos cuando suena el teléfono. Es mi hijo. Sale de trabajar y le gusta contarnos sus batallas diarias. Enseguida se  da cuenta por la voz  que estoy en otra onda. Morfeo me ha atrapado y decide llamar mas tarde.

Respiro aliviada. Los hijos nos unen a la vida y en muchas ocasiones nos atan tanto que nos llegan a ahogar. Nos volcamos de tal manera en ellos que  nuestra existencia no tiene sentido sino se la dedicamos al cien por cien.

Observo a mi alrededor y veo que cada vez hay más gente mayor.

Jubilada hace tiempo de sus fábricas, de sus trabajos hoy vive dedicada a tiempo completo a la crianza de los nietos. Ya no hay tantas personas jóvenes a la salida del colegio de mi barrio, ni en las consultas del pediatra.

Mi vecindad esta llena  de ese perfil. De nietos que van y vienen a casa de sus abuelos y que pasan allí casi toda la jornada  laboral de los padres.

Mis vecinos no son gente recién jubilada. Para nada. En algunos casos y no pocos rondan los 80.

Han cogido el relevo del cuidado de los nietos, sin descanso, sin paradas y me temo que en muchas ocasiones no se les ha pedido permiso.

«Voy deprisa, porque salen los peques de la escuela», me dice mi vecina.

Si hay más tiempo para intercambiar alguna palabra me comentan su cansancio, su falta de tiempo, y lo bien que estarían en casa sobretodo cuando está lloviendo sin parar.

Sus herederos son la razón de su existencia

Pero encuentran razones y justificaciones a su quehacer diario.. Su esfuerzo diario, la forma de echar una mano, de que la prole prospere, de que hagan un colchón para afrontar su futuro y aligerar su presente.

Y pienso, cómo se realizan estos contratos de trabajo. Si tienen todas las cláusulas bien cerradas. Si las jornadas laborales se cumplen. Si las horas extras tienen compensación.  Si  disfrutan sus vacaciones.

¿Qué sucede cuando se ponen enfermos? ¿Quién les sustituye? Aspecto éste que tiene muchas posibilidades que pase dada la edad.

No nos engañemos, sin los abuelos el mundo se paraliza.

Así tal cual! Lo más habitual es que la empresa que contrata establezca unos horarios, unas dietas , los días libres, las vacaciones, los salarios…Pero tengo dudas sobre si todo esto se llega a plantear delante de una comida familiar, sentados cara a cara padres e hijos?

En muchos casos, no nos engañemos, se impone. Los abuelos, se convierten en un “todo incluido” sin apenas darse cuenta.

Entienden que la mujer tiene que trabajar y que ellos cubrirán ese espacio que queda vacante.

¿Dónde quedan las necesidades personales de estos abuelos y sobre todo las de las abuelas? Quizás, algún día soñaron con la jubilación de su marido para poder cubrir sus sueños, sus ilusiones juntos.

Siempre hemos visto a nuestros padres, trabajando y a nuestras madres ocupándose de nosotros de una manera abnegada y no los/as imaginamos de otra forma que no sea ésa.

Personas, aparentemente sin inquietudes fuera del ambiente familiar en el caso de ellas y del ambiente laboral en el caso de ellos. Nunca nos hemos parado a pensar que tienen más motivos por los que vivir que su familia. ¿Para qué preguntar? Tal vez se nos rompa el chollo que  tenemos.

Los hijos, a mi modo de ver, somos egoístas por naturaleza.

No nos apetece ni nos interesa romper estos roles. Rebuscando en mis lecturas encontré un articulo de Almudena Grandes titulado “Cuento de Navidad”. Contaba  la historia de un abuelo que llegada la jubilación  ocupó parte de su tiempo en escribir. Algo que siempre le atrajo.

Escribir para expresarse, para comunicarse. Los textos se fueron almacenando a medida que pasaban los años. Para sus hijos ese hobby no era conocido.  Una tarde aburrida de domingo en casa de la abuela ya viuda, Jorge, uno de los nietos encontró los manuscritos, los cargó en una mochila y se puso a ordenarlos para darles vida.

Poco a poco fueron tomando forma y llegó el momento en el que vieron la luz en forma de novela.

El día de la presentación en público, los hijos no acudieron al evento. La vergüenza de no haber tenido conocimiento de este hecho era tan grande que abortó su presencia en el acto. En cambio, Jorge y sus primos acudieron orgullosos.

Sin olvidar la responsabilidad

Volviendo a casa veo a nietos y abuelos pasar horas en los parques, corriendo detrás de ellos presos del pánico. El miedo a que les ocurra algo en su presencia tiñe de ansiedad las tardes de recreo.

Llega la hora de recoger a las criaturas. Oigo a mis vecinos despedirse de sus nietos en el rellano de la escalera dando por terminada la jornada laboral. Un grito de llamada por parte de la abuela hace que se vuelvan de nuevo.

-» ¡Os dejáis los tuppers!»

La cena está incluida en el servicio. Todo un lujo.

¡Ay los abuelos, qué rol tan grande y tan completo  juegan!

Faltan plazas para que cada uno tenga la suya con su nombre.Tal vez deberíamos replantearnos nuestra relación con ellos. Hornear un bizcocho, buscar un espacio para un café y charlar de como imaginaron ellos su retiro. Motivarles a que cumplan también sueños de juventud.

Pero engañemos, la pregunta da vértigo. Puede que se nos desmonte el holding que tenemos construido.

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Asun Moreno Fidalgo

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