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Tamara Rojo, una bailarina prodigiosa

Años atrás, tuve la suerte de verla en el teatro Campoamor  de Oviedo y, la belleza de su cuerpo, la armonía de los gestos, su magnífica interpretación, fueron una revelación para mí. Poco después recibió el Premio Príncipe de Asturias y actuó en el mismo escenario con tal entrega y pasión inteligente al más alto nivel.

Tanto que confiesa que tras una actuación se siente un poco vacía, ya que lo ha dado todo que es como si hubiera perdido algo, porque la danza se esfuma en cuanto el espectáculo se acaba; y necesita horas para conciliar el sueño. Para ella, bailar bien es como morir y permitir que el público vea su alma.

Tamara Rojo
Tamara Rojo en una magnífica imagen de Instagram del fotógrafo Rick Guest @rickguestphoto

Le debo a Tamara Rojo mi pasión por el ballet.

Todo comenzó una tarde de lluvia mientras esperaba a su madre que la recogiera en el colegio. Tenía 5 años y la profesora de ballet Lola Grande, la invitó a esperar mientras daba la clase. Esa aula olía a baile, a polvos de arroz, a cremas, a zapatillas y la música del piano fundiéndose con el ruido de las gotas de agua. Aquel día supo lo que quería hacer el resto de su vida: bailar.

Tamara Rojo nació en Montreal, ciudad en la que sus padres estaban trabajando. Les estará siempre agradecida porque le impusieron como condición para bailar que continuase con sus estudios; recuerda hacer los deberes a las 3 de la madrugada, después de ensayar toda la tarde, y dormirse encima de los libros.

A los 9 años entra en la academia de Víctor Ullate y, a los 16 hace su primera gira. Este maestro le enseñó la base técnica, el sentido de la responsabilidad, la decencia en el trabajo, y le anima a presentarse al «Concurso Internacional de Danza de Paris» que ganó por abrumadora unanimidad a los 19 años, lo que supuso su primer contrato fuera de España, así comienza su carrera internacional contratada en el «Scottish Ballet en Glasgow».

Seis meses después fue nombrada bailarina principal en el «English National» en Londres. El camino estaba trazándose para acabar en el «Royal Ballet» hasta que en el 2012 regresó al «National Ballet» como directora artística donde continúa al día de hoy.

En Londres es feliz, tiene voz propia y es muy respetada. Tanto que en el año 2016 recibió la distinción «OBE- commander de la Orden del Imperio Británico», de gran prestigio.

Es menuda y fuerte a la vez, posee una gran disciplina y entrega. Bailar le permite vivir otras vidas y es una gran intérprete de los personajes. No es lo mismo bailar «El Lago de los Cisnes» que «El  Quijote» donde la técnica y el estilo son complementarios y la interpretación es la clave.

Tamara Rojo
Tamara Rojo en una de sus actuaciones con el English National Ballet. Foto @englishnationalballet

Tamara Rojo se mete en el papel a fondo porque conoce la naturaleza humana, lee muchísimo; viaja, adora el cine y el teatro. Visita siempre que tiene tiempo la «Tate Modern» y la «Royal Academy of Arts». Es doctora cum laude por la universidad Rey Juan Carlos con la tesis «Perfil psicológico de un bailarín de alto nivel, rasgos vocacionales del bailarín profesional».

Tamara habla claro de lo que siente cuando baila y de todo lo que le ha dado el ballet: un camino para canalizar su energía y la motivación para levantarse cada mañana. Para ella la danza es un crecimiento interior, del espíritu y del cuerpo, un compromiso total. Se cuida como si fuera una atleta, hace Pilates y ha aprendido a escuchar a su cuerpo.

Se arrepiente de no haberlo hecho antes, bailó sufriendo un cólico de apéndice que le supuso una intervención quirúrgica inmediata y en Seúl tuvo que ser operada de urgencia de una lesión antigua.

Aunque está feliz viviendo en Londres, echa de menos España, la Luz, las sobremesas largas, su familia, es hija única, y, a sus amigos.

Le gusta la moda, los zapatos de tacón alto, la pintura de Van Gogh, sus flores preferidas son las calas. Ha visto decenas de veces la película «Bailando en la oscuridad» y le encanta leer a Delibes, Muñoz Molina, Javier Marias, Miguel Hernández, entre otros.

Su ciudad favorita es Buenos Aires por seductora y culta y porque siempre se divierte allí.

Tamara Rojo presentó en el año 2006 un proyecto de dinamización de la danza española pero parece que a nuestros políticos no les interesó mucho y dejaron escapar una oportunidad única. Así que tendremos que disfrutar de esta joya de bailarina desde lejos y seguir aplaudiendo sus éxitos pero no en España.

Escrito por Flor Lloriana

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